La habitación 421 by Úrsula Llanos

La habitación 421 by Úrsula Llanos

autor:Úrsula Llanos [Llanos, Úrsula]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2018-05-18T00:00:00+00:00


Capítulo XIII

Oyó Noelia el timbrazo del teléfono interior y al descolgarlo reconoció la voz de Flor.

—Oye, ha llegado Tomás, el procurador, y me ha dicho que quiere verte. ¿Te viene bien ahora?

—Sí, sí. Dile que pase.

Estaba redactando un escrito en el ordenador, pero dejó de escribir en el acto para apoyarse en la mesa y sujetarse la cabeza con ambas manos. Le había pedido a Tomás que averiguara lo que pudiera sobre el procedimiento de divorcio que tramitaron en su día Armando Valdés y Manuela Ríos y había estado esperando con impaciencia su visita, por lo que cuando se abrió la puerta de su despacho y entró él, se inclinó sobre su mesa hacia el recién llegado, deseosa de recibir sus noticias.

—¿Qué? ¿Me traes algo?

Jovial como siempre, se echó a reír él.

—Claro que sí. Soy un procurador de primera que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. ¿Qué quieres saber?

—Lo que pasó. Quiero saber por qué no se inscribió la sentencia en el registro civil como es lo ortodoxo.

Se dejó caer Tomás pachorrudamente frente a ella en una de las dos butacas. Se colocó su maletín sobre las rodillas y extrajo de este unos papeles.

—Vamos por partes —empezó sin prisas con su característica parsimonia—. La sentencia se dictó hace veintidós años, el veinte de junio, y se notificó a las partes diez días más tarde, o sea, el día treinta. He hablado con la procuradora que representó a Manuela Ríos en el juicio. He tenido la suerte de encontrármela, en el salón de Procuradores de los juzgados de la Plaza de Castilla. Se llama Carmen Diaz y está próxima a la jubilación, por lo que ha tenido que hacer memoria, pero ha recordado que le entregaron la sentencia en el juzgado para que se la notificara al abogado de Manuela y la llevara al registro civil una mañana en la que, por lo visto, la había acompañado esta. Había quedado con ella para que le pagara su minuta y Manuela se empeñó en subir con ella a recoger la notificación.

—Sí, ¿y qué?

—Que Carmen tenía otros dos juicios esa mañana en la calle de Capitán Haya y Manuela se ofreció a llevar ella misma la sentencia al Registro, lo que la procuradora le agradeció, aunque se quedó algo preocupada. Ya sabes que vamos corriendo siempre de juzgado en juzgado y que no nos sobra el tiempo.

—Sí, ya lo sé. Carmen le entregó la sentencia a Manuela y esta hizo con ella una pajarita y no la llevó al Registro, ¿no es así?

Esbozó Tomás un cómico gesto.

—No sé si fue una pajarita o un barco con cuatro chimeneas lo que hizo con el papel, pero no llevó a registrar la sentencia, porque también he comprobado que no figura en el Registro el divorcio al margen de la inscripción de matrimonio de Armando y de ella. A todos los efectos legales, Manuela es viuda, no divorciada.

—Ya —murmuró Noelia retrepándose pensativamente en la butaca—. ¿Y se lo has comentado a Carmen?

—No,



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